Capítulo 1

Hace casi cinco años nació mi pequeño Ethan, fue un día difícil que aun recuerdo, mi madre y mi padre que tenían años sin hablarse, volvieron a hacerlo mientras me veían llorar de dolor, nuevamente me preguntaron el nombre del padre de mi hijo, pero, igual que durante los nueve meses, me negué a decirlo.

Recuerdo todo esto mientras voy a mi trabajo en la cafetería, Ethan va conmigo, hoy mi papá tuvo un importante caso en el pueblo, y el sheriff tiene que hacer todo para garantizar la seguridad de todos, por lo cual, hoy no pudo cuidar de su nieto, o, como el lo llama, “la luz de sus ojos”. Estoy nerviosa, hoy se cumple aquel plazo que Emmeran me ha dado, el es nada mas y nada menos que el hermano menor de aquel hombre que ha sido el causal de mis pesadillas desde hace años, el mismo al que dejé solo en aquel lujoso departamento años atrás cuando hui como una cobarde, el mismo que me dio aquella tarjeta y me pidió llamarlo…y el mismo que es el padre biológico de mi hijo.

Hace un par de meses, para mi desgracia y por capricho del destino, Emmeran decidió visitar a un viejo amigo de la universidad que, casualmente, vive en mi pueblo, el maravilloso Santa Fe California, lugar en donde todos se conocen, después de todo, es un lugar relativamente pequeño, pues bien, aquel amigo resulto ser amigo de mi hermana, y así fue como se descubrió el pastel. Resulta que su hermano, el todopoderoso Arlen Chadburn, nunca dejo de buscarme, y aunque nunca supo mi apellido pues no se lo dije, si que estuvo buscando a una Ciara de cabello negro y piel blanca, casi pálida, de “hermosos ojos castaños”, por supuesto, nunca la encontró, pues yo hui de Nueva York en el momento en que supe que tendría un hijo, sin embargo, mi querida Alice boca floja cuando escucho esa historia narrada por Emmeran, no dudo en decir que yo viví en Nueva York un tiempo por la universidad, que mi nombre era Ciara y mi cabello es negro, y, por supuesto, conto mi loca historia, de haber resultado embarazada y regrese a casa, en los mismos tiempos en que Arlen conoció a su “mujer ideal”. Aquella información prendió todas las alarmas en el inteligente Emmeran, quien insistió en conocerme y mi querida hermana accedió sin consultarme primero, aquella tarde lo llevo a la cafetería en donde trabajo y allí, el hermano de aquel hombre me vio…junto a Ethan…no fue difícil deducir que mi pequeño, era hijo de su hermano, después de todo, son idénticos, Ethan heredo todas las bondades genéticas de su padre millonario, el mismo cabello castaño cobrizo, los mismos ojos azules, el hermoso perfil griego… ¡Vaya! Con solo cuatro años, casi cinco, ya tenia una gran belleza, digna de ser el hijo de su padre, Ethan en nada se parecía a mí, y todos en el pueblo querían saber de quien era hijo el “niño más bonito del pueblo”. En fin…esa tarde, Emmeran Chadburn me dio un ultimátum: tendría que decirle a Arlen, el millonario, que aquella noche loca en que ambos bebimos de mas y yo perdí mi virginidad con él…concebimos un hijo.

Dios, aquel no era mi día, iba tarde al trabajo, no encontré a nadie quien pudiera cuidar de Ethan, así que aquel encuentro sería inevitable. Pensé en nuevamente huir, pero, sinceramente, no tenía a donde ir, mi madre se había casado hace muchos años, y su esposo no estaría feliz de recibirme con mi hijo, realmente, el tipo me detestaba pues era el recordatorio de que el no fue el primer hombre en la vida de mi madre, además, ella no sabía imponerse ante él, corte casi toda comunicación con mis amigos de la universidad, en especial con Sara por temor a ser descubierta con un hijo del que fue su jefe. Hoy, la vida me daba una cachetada directa en el rostro, y aquel secreto que oculte de todos, estaba a punto de salir a la luz…y no podía yo hacer nada para evitarlo.

Entre a la cafetería como una paranoica, mirando hacia todos lados, esperando a que Dios en los cielos me concediera un milagro y que Arlen hubiera decidido no venir, pero, no fue así, Dios me odia lo suficiente para que esta desgracia cayera sobre mi espalda. Allí, en una mesa amplia y con un par de amigos, y, por supuesto, Emmeran, estaba el mismísimo Arlen Chadburn, lucía exactamente igual a mis recuerdos de aquella noche en que cambio mi vida entera, su cabello castaño cobrizo, sus imponentes y arrogantes ojos azules…todo lo que me hizo desearlo como una demente. Era sin duda el hombre mas apuesto que existía, al menos en mi condado y en Nueva York. Su sonrisa destilaba prepotencia, una arrogancia infinita que lo hacia temible de cierta manera, y mi corazón latió de prisa al notar que era exactamente la misma sonrisa de mi pequeño Ethan. Corrí jalando a mi hijo del brazo para ocultarme en la cocina, nadie me reprocho el haber llegado tarde, por supuesto que no lo harían pues gracias a mi había un multimillonario desayunando en su mesa. Estaba más allá de los nervios, tanto, que mis manos temblorosas no estaban coordinando adecuadamente para tomar los cubiertos y acomodarlos en las bandejas.

—Supongo que yo tambien estaría nerviosa si un papito como ese viniera a buscarme, no han ordenado, están esperando a que específicamente tu tomes su orden, le dieron un buen dinero al jefe para que les sirvas en exclusividad a su mesa…tambien, las chicas y yo apostamos, y es que viendo a Ethan y a ese potente hombre, notamos que hay una similitud que no se puede negar, son como dos gotas de agua…creo que ya entendemos porque nunca hablas del padre de tu hijo, diablos, quisiera tu suerte mujer — me dijo Carla, una de las meseras y yo, sentí que moría en ese momento, si alguien como ella podría notar el parecido…no, no quería esto, no quería que lo viera, pero ya no había marcha atrás.

No respondí, tan solo me dirigí al almacén, allí, siempre se quedaba Ethan jugando mientras yo trabajaba.

—Mami, ¿Quién es mi papá? — soltó de repente Ethan, y aunque aquella no era una pregunta nueva, ese día me sobresalto mucho mas de lo que nadie pudiera haber imaginado. — ¿Un día lo veremos? — nuevamente cuestiono.

Ethan había querido saber quien era su padre desde que comenzó a hablar, casi todos los días me hacia las mismas preguntas, y, ¿Como culparlo? Solo era un pequeño, el único en todo nuestro pequeño pueblito que no tenia un papá y se sentía excluido por ello, y es que, por mas que me he esforzado en llenar aquel vacío, nunca lo he conseguido, he visto sus tristes miradas a los otros niños que juegan a la pelota con sus padres en el parque, los mira cuando estos llevan a sus pequeños sobre sus hombros y les compran helados de fresa y chocolate…y el, quizás por mi capricho o mi miedo, nunca tuvo uno. La culpa me consume, pero definitivamente no puedo dejar que Arlen Chadburn lo vea, quiero huir y lo hare ahora mismo.

—Ya te lo dije Ethan, perdí su número y su dirección hace demasiado tiempo, no podremos ver a papá porque no sabemos en donde esta…será mejor irnos, esto fue un error — me sentí miserable, por supuesto que no perdí aquella tarjeta, de hecho, aun sigue empolvándose al fondo de mi closet, en donde miradas curiosas no la van a encontrar. Tome a Ethan de la mano y camine con el hacia la puerta de salida que se hallaba en el almacén y que no cruzaba por el frente de la cafetería. Sin embargo, Ethan se soltó y me dio un manotazo.

—¡No! Escuche a Carla decir que un hombre afuera te esta buscando y que yo me parezco a el y que el es mi papá, ¡Yo quiero verlo! — grito Ethan enojado mientras corría hacia el área de los comensales.

La sangre de mi cuerpo bajo hasta mis plantas, y mi corazón latió tan aprisa que sentí que me estallaría en el pecho. Corrí tras el en un intento para detenerlo, pero ya era tarde, demasiado tarde, en ese momento mi vida se congelo y todo a mi alrededor tambien lo hizo.

Allí, de píe frente a la mesa de Arlen Chadburn, mi pequeño Ethan se quedo de pie, mirando con extrañeza al hombre que lo miraba de la misma manera, frente a frente, el padre y el hijo se miraron por primera vez, los ojos azules del otro se clavaban en ellos, Chadburn miraba a Ethan, y Ethan lo miraba a cambio a él. Entonces, aquel hombre con el cual perdí mi virginidad, se levanto con demasiada prisa de su mesa y se acerco a mi hijo, acaricio su cabello, idéntico al suyo propio, y lo miro a los ojos de su mismo color.

—Hey mírate chico, ¿Cómo te llamas? ¿En donde esta tu madre? — le pregunto con un nudo de voz.

—Ethan, yo soy Ethan Edevane, mi mamá dice que cuando conozco a alguien nuevo debo presentarme bien, ¿Tu eres mi papi? — dijo y pregunto mi pequeño hijo con total inocencia.

Arlen Chadburn levanto la mirada y entonces, me observo fijamente con demasiado asombro.

—Eres tú, Ciara, eres tú — me dijo con una extraña mezcla de anhelo y amargura en su voz.

Yo, no supe que decir, mis palabras, todas ellas, se atoraron en mi garganta y sentí que iba a morir en ese momento.

—¡Mami mira! ¡Carla tenia razón! El se parece mucho a mí, ¡Creo que encontramos a papi! — dijo con entusiasmo Ethan mientras corría a abrazarse de mis piernas.

En ese momento, supe que mi secreto, se había revelado, y la mirada furiosa y juiciosa de Arlen Chadburn, cayó sobre mí.

Mi vida se había detenido en ese instante, y los recuerdos que aquella maravillosa noche de la hui, regresaban a mi como una atronadora bomba que me estallaba directamente en la cara. Arlen Chadburn me miraba con recelo, enojo y ¿Anhelo? Sus amigos se habían quedado de piedra al igual que el, y Emmeran me miraba casi con burla, por supuesto, yo me había negado a decirle la verdad a su hermano y él me había amenazado con abrir una investigación legal y quitarme a mi hijo, y siendo la pobre mesera que era, no tuve manera de defenderme.

—Ciara Edevane, entonces, ese es tu nombre…quizás, me hubiera servido hace un par de años, cuando te estuve buscando como un desesperado, y bien, ¿Tienes algo que decirme? Algo que evidentemente no me pudiste decir por teléfono — me dijo Arlen con resentimiento y amargura, mientras miraba a mi hijo abrazado felizmente a mí pierna.

En ese momento me quedé sin voz, no supe que decir, no tenia nada para decir en realidad, las miradas demasiado curiosas de los otros comensales, estaban puestas directamente sobre mi y yo, solo quería morir en ese momento, y entre todos ellos, pude ver como Antonio, el amigo de mi padre, texteaba en su celular, seguramente poniendo sobre aviso a mi padre de lo que estaba pasando en la cafetería.

—¿Mami, este señor es mi papi? — nuevamente me cuestiono Ethan, y mis ojos se llenaron de lágrimas, no podía responderle, no tenia voz para ello.

—Si Ciara, dinos a ambos, ¿Yo soy su papi? — soltó aquella pregunta Arlen con enojo, desespero y frustración, y entonces, con mis ojos ya al borde de las lágrimas, todo se volvió negro.

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