CAPÍTULO 96: UN JUEGO DE MANOS
Vanessa
Desde hace días recibo amenazas anónimas, cortas y precisas. Nada demasiado explícito, pero con la maldit4 habilidad de tocar justo donde duele. No están firmadas, no hay remitente y sin errores ortográficos. Están escritas como si conociera cada rincón de mi vida, cada grieta que oculté y cada decisión que fingí no tomar.
Al principio pensé que podía ser cualquiera: alguien que supiera de Julián, o peor, alguien que trabajara para mi padre y quisiera usarme como chivo expiatorio si todo se iba al carajo.
Estoy en la oficina, repasando los mensajes con el investigador que contraté para que averigüe quién me manda los mensajes. Él me muestra los metadatos, las rutas de los servidores, cosas que en otro contexto hasta podrían impresionarme, pero estoy demasiado concentrada en identificar al remitente. Quiero un nombre, una dirección, una cara.
Y entonces, la puerta se abre sin que nadie toque.
Vivian entra con su abrigo perfectamente entallado, el