Maddison
La noticia de mi compromiso con Andrew estalla en los medios. No solo porque soy yo con quien se casará, sino también porque desde la revelación de que él es el hijo primogénito e ilegítimo de Gregory Beaumont, se ha convertido en el nuevo “socialité” que todos quieren ver.
Las fotos que nos tomamos en el restaurante, tan cuidadosamente orquestadas por él —con nuestras sonrisas falsas y nuestras manos entrelazadas— están en todas partes: portadas de revistas, titulares de periódicos, videos de noticieros. Todos parecen encantados con esta versión perfecta de nosotros. Nadie imagina que tras esas sonrisas se esconde un laberinto de resentimiento y un amor que no puedo nombrar.
Me veo a mí misma en esas imágenes y no me reconozco. La mujer que posa feliz junto a Andrew no soy yo, no del todo. Soy un reflejo vacío, una marioneta de mi propio orgullo.
Andrew está radiante. Se mueve como un hombre que finalmente tiene lo que siempre deseó. Me besa la mejilla en cada foto, me toma