CAPÍTULO 46: MENTIRAS DE SEDUCCIÓN
Maddison
El teléfono vibra sobre la mesita y por un segundo, solo uno, me permito mirar el número sin responder de inmediato. No hay nombre en la pantalla, pero no lo necesito. Lo reconozco porque me lo sé de memoria. Es curioso que no haya cambiado su número en estos cinco años. Respondo sin decir palabra, solo escucho. Y ahí está su voz. Grave, contenida, como si intentara no ceder ante todo lo que de verdad quiere decir.
—Quiero verte —dice sin rodeos. Su tono no es una súplica, pero tampoco es una orden. Es esa mezcla de arrogancia y necesidad que siempre lo ha definido.
Una sonrisa escapa de mis labios, aunque él no pueda verla.
—¿Y tu esposa? —pregunto, dejándolo colgado unos segundos, saboreando su duda.
—No tiene nada que ver con esto. Solo quiero hablar contigo. Necesito… decirte muchas cosas.
—¿Solo hablar? —repito con fingida inocencia, como si creyera que eso es todo lo que él desea.
—Solo hablar —responde, aunque su voz suena más como un