45. No puedes hacerlo
Príncipe y guardia se pusieron en marcha hacia el Castillo Real de Connelly. Los pasos de Gastón y Buck eran firmes y confiados, pues ya conocían el camino a la perfección.
William no sabía lo que pasaría en el castillo. La incertidumbre lo mantenía con la mente ocupada, mientras imaginaba las posibles cosas que los reyes dirían. Sin embargo, la situación de salud del hombre herido, lo hizo sentir vulnerable y débil. Él, más que nadie, sabía que la vida podía escapar de su cuerpo en cualquier momento, ya fuera en combate, un accidente o un intento de robo como el que habían vivido, pero del que no salieran victoriosos. Deseaba vivir lo poco o mucho que le quedara, al lado de Regina y para eso debía enfrentar el problema en el que se había metido.
—¿Estaría bien que le pida la autorización para casarme al rey Wilham? —dijo Jack, con lo que interrumpió la diatriba mental en la que el príncipe se hallaba.
—Claro que está bien. Sé que Serafina está ansiosa por casarse.
—Y yo también —confe