58. El anillo
Regina no supo cuánto tiempo había dormido, pero al abrir sus ojos se exaltó, el carruaje ya no se movía y el paisaje que alcanzó a ver por una apertura de la cortina se le hizo de lo más conocido, pero ya no se sentía como el hogar en el que creció.
Había pasado tanto tiempo desde el día que salió de ese castillo, donde pasaron tantas cosas que la llevaron a lo que vivía en su vida, además de los intensos recuerdos con su padre. Era el mismo lugar, pero ya no era su hogar. Las paredes se veían iguales, pero ya nada se sentía igual, en absoluto agradable.
De repente algunos ruidos, voces y gente que corría de un lado a otro la hicieron despertar por completo y cayó en cuenta de que no sentía a su pequeño bebé a su lado.
Dash no estaba en el carruaje, alguien lo había tomado y su corazón se detuvo por un segundo, para después empezar una arremetida intensa dentro de su pecho.
—¡Llévatelo y deshazte de él! —Escuchó la voz de Lucio afuera del carruaje, así que, se aventó hacia la salida.