El estado de Emma había empeorado desde la mañana, y Carmen decidió quedarse en el hospital para acompañar a su abuela aunque la anciana le dijo que se fuera a casa.
"Has estado en el hospital por dos días. Mírate, te ves pálida. No te ves saludable, Carmen. Deberías ir a casa."
"No, abuela, no quiero ir a casa. Quiero estar aquí hasta que mi mamá despierte del coma," insistió Carmen.
Las dos se sentaron frente a la sala de cuidados intensivos donde Emma estaba siendo tratada, los ojos de Carmen mirando las paredes blancas del hospital. De alguna manera se sentía culpable por no haberle dado dinero a su madre adoptiva antes para que el nuevo novio de su madre no la golpeara y lastimara así.
"Debí haberle dado el dinero, abuela. Tal vez si le hubiera dado el dinero antes, ella no estaría así," dijo Carmen, culpándose a sí misma.
"Deja de culparte, cariño."
"No es tu culpa en absoluto. Todo lo que pasó es puramente culpa de tu madre y ese maldito loco. Espero que atrapen pronto a ese ba