Capítulo VII. La alianza.

Emi.

Mientras íbamos en el coche, miré a mi comprador, no sabía dónde estábamos, si podía huir, pero sospechaba que la excusa de las pulseras era más un GPS, para controlarme a mí y que no huyera, que un simple objeto para saber si mi comprador cumplía.

Toda esta situación me ha parecido dantesca, pero sólo una frase se me quedó grabada.

- “Si quieres ser libre, lo harás.”- esa frase que me dijo, me dio esperanzas, pero esto era todo un lio.

- “Señorita Monti, soy Rayco Vieira, el mejor amigo de su hombre, digo de su prometido, aunque crea que es un salvaje no lo es, al contrario, es muy proteccionista con las mujeres que son su familia, y su muje…”- me comenzó a decir en ingles el otro hombre, un guaperas rubio de ojos verdes, pero fue callado por un gruñido de advertencia de su amigo, que lo miró serió.

- “¡Deja de decir gilipolladas, Rayco!”- le dijo el castaño de ojos azules, en ese momento pensé que esos ojos azules era los más bonito que nunca había visto, eran hipnotizadores.

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