No podía parar de correr, ver a Dante así me había impresionado muchísimo. No parecía el, tampoco parecía un lobo, era como una criatura monstruosa. Tampoco podía quitarme de la cabeza la conversación que escuche mientras hablaba con Break. Dante sabía que yo no tenía lobo, lo sabía desde un principio, pero no me dijo nada. Me estaba empezando a dar cuenta de que con Dante siempre era así, decía las cosas a medias. Pero ¿Qué era lo que me quería ocultar? ¿Por qué nunca me decía las cosas claras?
Sabía que Dante iba detrás de mí, podía oírle correr, pero yo no me iba a detener. No podía mirarle a la cara en ese momento.
Crucé el arroyo y atravesé una pared de piedra, no sabía dónde estaba, no conocía la zona, pero me daba igual. Un gran árbol se alzaba delante de mí, sus raíces sobresalían por el suelo, pero no lo vi. Tropecé con una de las grandes raíces del árbol y caí al suelo, lo que le dio ventaja suficiente a Dante para alcanzarme.
- ¡Lobita para!
- Quieto ahí Dante, ni se te ocu