Capítulo 32

- DANTE -

Me sacaron de la celda y me metieron en una habitación oscura.

Uno de sus hombres se acercó a mí por la espalda y me clavo una daga que saco rápidamente, grite de dolor.

- No sufras, te recuperaras. No es de plata. No puedo permitirme acabar contigo tan rápidamente.

Cancervero me quito las cadenas de plata, mis muñecas estaban llenas de quemaduras.

Entre los dos hombres me llevaron a dos correas de cuero que colgaban del techo, cogieron mis brazos y los levantaron, colocando cada uno en una de las correas, las apretaron bien y se aseguraron de que no podía sacar mis manos, para que no escapara. Aun así, yo me movía con intención de soltarme, aunque en el fondo sabía que era imposible, me encontraba de pie con los brazos hacia arriba amarrados a esas malditas correas.

- ¿Ahora no eres tan valiente verdad?

- Te odio.

Cancervero se reía, no contesto ni dijo nada, solamente risas salían de su boca. Pero sabía que, aunque no dijera nada ambos compartíamos el mismo sentimiento.

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