Vi como poco apoco Cancervero y todo su Clan iba desapareciendo en la oscuridad, cuando me aseguré de que se habían ido, me subí en el lomo de Dante y ambos salimos corriendo, no sabía dónde me llevaba, pero me daba exactamente igual, íbamos juntos y eso era todo lo que me importaba. Corríamos sin detenernos en la oscuridad de la noche, la única luz que nos mostraba los caminos era la del brillo de la Luna y la de mi propio cuerpo.
Iba abrazada firmemente al cuello de Dante y en ese momento no había nada más, todo lo demás había desaparecido, solamente estábamos él y yo. Nos dejamos llevar por el hechizo que la Luna ejercía sobre nosotros, dejamos que fuera ella quien tomara el control sobre nuestros cuerpos y nos liberamos, dejamos que la naturaleza invadiera nuestros cuerpos, el tacto del aire en nuestros cuerpos, el olor del bosque, el sonido del agua, de los animales, nos sentíamos invencibles y libres.
Cuando Dante se detuvo, se empezaba a ver como el Sol daba sus primeros rayos