Una cita a ciegas llevó a Chelsea aquella noche al bar. La hermosa pelirroja llevaba dos meses conversando con Fred, era el momento de encontrarse. Mas por un motivo inesperado, él no puede asistir a la cita. Chelsea sin saberlo ve a un hombre sentado, solo, quien la mira insistentemente. Su actitud la lleva a suponer que se trata de su cita. —¿Fred? —pregunta ella con cierta duda. Él al ver que la hermosa mujer que lleva rato observando, lo confunde con alguien más, decide seguirle el juego. Luego de unas copas demás, van al hotel, es una noche increíble y es un sueño para ella despertar al lado de tan potente semental. Chelsea sale sin despedirse para su entrevista en Bullock&Company como asistente del CEO. Su sorpresa es cuando ve entrar a su oficina a Steve Bullock el hombre con quien había pasado la noche anterior. ¡¿Qué hará ahora que descubrió que su cita a ciegas fue con un CEO?! ¿Cómo reaccionará él, ahora que sabe que su aventura de una noche resultó ser su nueva asistente?
Leer másChelsea bajo del taxi, se dispuso a entrar al lujoso bar. No podía negar que estaba algo nerviosa, era su primera cita con Fred, el chico que conoció en una de las app más recientes. A diferencia del resto de las aplicaciones para citas de parejas, el perfil del usuario es incógnito, por lo que ella se encuentra literalmente en una cita a ciegas.
Se acerca a la barra, pide un gintoni, es su bebida preferida, eso sin mencionar que le permite salir un poco de su timidez. Mira su reloj un par de veces.
—¿Será que le escribo? —murmura en voz baja. Abre su bolsa para extraer el móvil, y como suele suceder no logra encontrarlo— Por mil demonios, ¿Dónde habré dejado mi celular? —se lleva el dedo a la frente dando ligeros golpes mientras repite— Piensa Chel, piensa. —repentinamente recuerda que debió dejarlo sobre el mesón de mármol de la cocina— Tuvo que ser allí. Todo por salir apurada para llegar puntualmente y él no llega. No me queda otra que esperar por él. ¿Pero cómo podré saber que es él? Nunca me dijo como vendría vestido, claro yo tampoco lo hice.
Piensa en que esperará sólo veinte minutos, si en ese período no ha llegado se irá. Mientras se mantiene en su soliloquio, decide ir al tocador y retocar su maquillaje, quiere verse perfecta, quiere deslumbrar a su galán. Lleva más de un año que tuvo su última conquista, y quiere parecer tan normal como el resto de sus amigas.
—Disculpa, el baño de damas —pregunta al bartender y este señala el pasillo. Ella se levanta, hace un gesto con su mano de que pronto regresará.
Mientras se retoca, ve que ya han pasado un par de minutos, regresa a la barra, se sienta, no deja de mover su pierna de forma impaciente, entre las pocas luces que alumbran el local, distingue la silueta de un hombre.
—¿Será él? —lo observa sacar su móvil y llamar un par de veces. Asume que sí, que debe ser él que está intentando llamarla. Se sienta, pide otra bebida, y lo mira— Cinco minutos y me acerco. Solo eso.
En tanto, el hombre también percibe la insistencia con el que la chica de la barra lo mira.
—Linda nena. —murmura. Si en cinco minutos no apareces por esa puerta Larissa Hamilton, te vas a arrepentir porque no pienso quedaré esta noche sin pasarla rico.
Repentinamente ve a la hermosa chica aproximarse a la mesa. Ella lo mira como esperando que él reaccione de la misma manera que ella, mostrando interés.
—¿Fred? —pregunta con cierta duda. Si aquel era su cita a ciegas, la había pegado esta vez, aquel hombre era perfecto.
—¡Sí! Sí, siéntate —se levanta, toma la silla y ella se sienta.
Mientras ella intenta calmar su nerviosismo, él humedece sus labios y piensa en devorar aquel caramelito con papelito y todo.
—Vi que estuviste llamándome. Disculpa dejé mi móvil olvidado en el mesón de la casa.
—Sí, ya estaba por irme —discretamente saca su móvil y lo apaga mientras piensa “sorry querida, llegó tu suplente”
—Bueno, cuéntame ¿Cómo has estado? Anoche no pude conectarme para chatear porque estuve algo ocupada haciendo unos currículos para buscar empleo.
—Extrañé no verte en las redes —agrega él con extrema picardía. Logra ver que ella se sonroja.— ¿Qué deseas tomar? —pregunta él.
—No sé, yo ya llevo un par de gintonic —él eleva ambas cejas sorprendido por su respuesta.
—Me llevas ventaja, pero que tal si brindamos con Champagne, es una ocasión única ¿No te parece?
—Claro, no hay problema.
Él llama al mesonero, quien al verlo lo saluda con confianza, justo cuando va a llamarlo por su nombre le hace un gesto.
—Bienvenido sea usted y su acompañante esta noche.
—Champagne para brindar con mi querida… —hace una pausa y ella se adelanta a responder:
—Chelsea. ¿Olvidaste mi nombre? —pregunta un poco desconcertada.
—No en lo absoluto. Es que estoy un poco desenfocado, ya sabes el trabajo.
—¿Me dijiste que eras diseñador gráfico ¿No?
—Sí, exactamente. Aunque no lo creas requiere de mucha creatividad, por eso suelo buscar en todo lo que veo, una idea, un insight para desarrollarlo luego —le da un guiño, Chelsea se sonroja, nunca imaginó que Fred fuese tan desinhibido y sexy.— ¿y tú me dijiste que…?
—Recién me gradué como Técnico en Administración de empresas.
—¿Por qué no dejamos nuestros chat para luego? Me gustaría conocer un poco más de esta Chelsea. —Ella asiente.
—Sí, por supuesto.
El mesonero se acerca descorcha la botella, ella se sorprende al ver aquello. Nunca antes pensó que sería protagonista VIP de una escena tan famosa de las películas románticas que suele ver en su apartamento. El asombro en su rostro, no pasa desapercibido por Steve.
—Por esta noche que comienza en la mejor compañía. —nuevamente Cheisea se sonroja.— ¡A tu salud! —ella levanta su copa y brindan, ella bebe de un solo sorbo la espumosa bebida.
Nuevamente sorprende al experto en seducir mujeres Steve Bullock, el prestigioso CEO de las empresas Bullock&company propiedad de su padre Hugh Bullock el magnate del Traden Coin. Para un hombre como Steve es increíble ver a una chica asombrarse con cosas que para él son simples y muy comunes. Está acostumbrado a salir con mujeres de mundo, desinhibidas como su actual pareja Larissa Hamilton, la bloguera del momento.
—¿Deseas comer algo?
—No, no es necesario. Ya cené.
—Entonces otro brindis, sirve la segunda copa de champagne para ella, quien por segunda vez, la toma de un solo trago.
La conversación se vuelve amena y divertida sobre todo para Chelsea que no para de reír por todo. Pronto llega la medianoche y Steve recuerda que debe llegar temprano para la reunión de socios.
—¡Creo que debemos irnos?
—Claro —concuerda ella, quien también tiene una entrevista a primera hora en lo que puede ser su nuevo empleo como asistente de una prestigiosa empresa local.
Mientras él se levanta para saludar al gerente del bar, Chelsea intenta ponerse de pie, pero está muy mareada. Trata de disimular cuando ve al apuesto hombre ir hasta donde está ella. Él le ofrece su brazo y ella se enlaza a él como si no quisiera soltarse jamás.
Steve se percata de lo que está sucediendo con aquella chica, está ebria, supuso que eso ocurriría cuando la vio beber de un solo sorbo las cuatro copas de Champagne que bebió. Aunque aquello es un punto a su favor para un playboy como él, por una extraña razón no siente ternura hacia ella.
Suben al lujoso auto, ella recuerda una de las conversaciones calientes que tuvo con Fred, se ríe con picardía.
—¿Pasa algo?
—No, nada. —responde ella. Steve la mira y sonríe, pero sin él esperarlo, ella se inclina hacia él, lo sujeta del cuello y lo besa apasionadamente.
En tanto sus labios se unen en un beso, él piensa en lo ardiente que es aquella chica, ya la ternura hacia ella desaparece en cuestiones de milisegundos y ahora solo desea poseerla.
—Vamos a otro lugar —propone él, pero en la mente de ella solo pedalea la conversación entre ella y Fred de lo divertido que sería hacerlo en un auto a la luz de la luna.
—Déjate llevar —bisbisea ella.
—¿Quieres hacerlo aquí? —pregunta él, hurgando entre sus piernas. Ella enarca su espalda y se estremece al contacto de sus dedos fálicos.— Mejor vamos a otro lado. Pueden detenernos. Y créeme lo que menos deseo es dormir en una celda.
Chelsea reacciona en aquel instante. ¿Estaba yendo muy rápido? Siente un tanto de vergüenza, se gira hacia su asiento y arregla su vestido. Trata de respirar, mientras Steve achica sus ojos para verla sin entender lo que está pensando.
—Disculpa, creo que me excedí. Debió ser el champagne.
—No te preocupes, si algo me fascina es el ímpetu como te manehas. —enciende el auto— Vamos a un lugar más íntimo. —Sonríe.
Aunque Chelsea quisiera desistir, su cuerpo arde, arde de placer y de ganas, su vagina es una horno a 250° C, mucho más cuando por el rabito del ojo ve a Steve frotar su índice y pulgar con el líquido viscoso de sus fluidos vaginales para luego olfatearlo como lobo en celo.
Todos los acontecimientos que ocurrieron días atrás, tienen a Chelsea llena de pesadumbre y sobre todo, de angustia. Lo único que realmente ella tiene claro, es que debe luchar por su bebé a toda costa. Cuidarlo y protegerlo como lo hizo su madre con ella. La historia parecía repetirse en ella, ser una madre soltera. Aún así la pelirroja sabe que puede sobreponerse a ello. ¿Steve? No sabe nada de él. Y era lo mejor para ambos, siempre hubo muchos obstáculos entre ellos y estaba agotada. Si hubiese seguido las señales, se habría apartado de él, cuando debió. Mas, no todo era malo, ahora llevaba en su vientre, el fruto de su amor. Lo amaba desde la primera mentira en el bar hata su último encuentro sexual en Suecia. Todo terminaba exactamente como inició. La llamada de Gus, la saca de sus pensamientos, atiende con emoción al ver su nombre en la pantalla del móvil.—¡Hola, mi Gus!—Trinki querida, te llamo para anunciarte que en un mes exactamente será mi boda con Larry y quiero que ven
Una semana después de que la relación de Vicky y Fred saliera a la luz, las cosas estaban volviendo en su normalidad, al menos en la mansión de los Sielgman. Erick todavía no se había aparecido por ahí, lo último que supieron de él, era que estaba en Europa. Aún así, Vicky nunca se quedaba sola. Fred ya era capaz de moverse con mucha más facilidad y se pudo incorporar a la empresa, a pesar de ello, dejó a Chelsea como CEO de la empresa, su mano derecha. Si algo no se podía negar eran las mejoras que la empresa había tenido gracias a ella y al trabajo que había realizado en todo ese tiempo. Su vida se había arreglado un poco, excepto por Steve, quien pronto se casaría con Larissa.La noticia de la boda era todo un suceso en todos los medios de comunicación “La boda del año, Larissa Hamilton y Steve Bullock por fin se casan. Aquello tenía a Stephanie aturdida e impaciente, todos sus planes se le estaban escapando justo delante de sus narices y no podía permitir que eso sucediera. Despu
Por unos segundos, el horror aparece reflejado en los ojos de Chelsea, no puede creer lo que está viendo, piensa que debe estar en alguna especie de realidad alternativa, en un universo diferente en el que estaba hacía solo unos minutos. Vicky y Fred estaban tan concentrados en su placer que ni siquiera se percataron de su presencia en la habitación, se habían confiado debido a lo temprano que era, ella siempre estaba en la oficina hasta bien cerrada la tarde, no les pasó por la cabeza que podía llegar antes. Obviamente no se podían imaginar que Chelsea saliera corriendo atormentada por la noticia de su embarazo y llegara solo para encontrarlos in fraganti. Para la pelirroja estuvo ahí, parada, inmóvil demasiado tiempo, mas la verdad es que solo fue un instante, el tiempo justo para que su bolso se le cayera de las manos al suelo, y solo el sonido de este los sacó de su placer para descubrir que no estaban solos como pensaban.Chelsea también se sobresaltó ante el estruendo y giró
La mente de Chelsea se la pasa divagando sobre lo ocurrido en ese viaje de “negocios”, le recordó tanto a aquella vez que fue a Montreal, esa fue la primera vez que los dos conectaron de una manera tan increíble, había marcado un antes y un después en su relación, sin duda alguna, los viajes con Steve terminaban muy bien, más de lo que jamás se podría imaginar en sus sueños más salvajes.A pesar de que se encontraba feliz, también se sentía mal consigo misma, tenía un enredo de emociones en su interior que no la dejaban pensar con claridad. Contarle a Fred todo lo que estaba sucediendo era algo inminente, pero pensaba que eso sería algo muy doloroso para él, no tenía ni idea que Fred y Vicky se encontraban en la misma situación de ella, que la verdad saliera a flote ya era solo cuestión de tiempo.Estaba ideando la mejor forma de contar sus infidelidades cuando su teléfono comenzó a sonar, se sorprendió por completo al ver el nombre de su mejor amigo en la pantalla, desde que se había
Los días pasaron tan rápidos que nadie se dio cuenta de ello, Chelsea enfrascada en la empresa y con la cabeza hecha todo un lío sin ver la manera de contarle a Fred, sobre su verdad. Vicky intentando borrar de su cabeza todo lo que le había tocado vivir con Erick, a pesar de que sabía que no estaba a solas con Fred como aquella noche, todavía sentía miedo, pensaba que su asaltante podía llegar de repente de un momento a otro para terminar lo que había comenzado pero, para su suerte, desde el segundo exacto en el que salió corriendo como una sabandija por la puerta principal, no volvió a entrar más. Fred también estaba enfocado, estaba más concentrado que nunca en su recuperación, este último se había dado cuenta que, aquel día en el que salvó a Vicky de las garras de su padre, sus piernas se sintieron algo diferentes, las notó más ligera que en ocasiones anteriores, pero no había estado seguro si se debía al pico de adrenalina tan alto que tuvo en ese momento o a que en realidad es
Durante el viaje de Steve a Suecia, tal y como él se lo pidió, Támara se ocupa de cuidar de Hugh. Ella llegó esa misma mañana y él al verla se encolerizó al verla.—¿Qué haces aquí, mujer? —Hola Hugh. ¿Así saludas a la mujer que se va a encargar de cuidar de ti?—Yo no necesito que te encargues de mí. —respondió con hostilidad. —Vine porque nuestro hijo no los pidió, así que no pienso faltar a mi promesa —caminó hacia él, con la bandeja que contenía el vaso de agua y las píldoras que debía tomar.— Te traje agua para que bebas tus medicamentos.—Eso lo pudo hacer tranquilamente la empleada. Te dije que no te necesito, Támara.—Bueno, vamos mejorando. Por lo menos me llamaste por mi nombre. —Ella le entregó el vaso y él lo sujetó casi arrebatándolo de su mano. —Gracias —dijo parcamente y bebió sus píldoras. —Eres un buen chico. ¿Quieres que conversemos un poco o prefieres que me vaya? —preguntó ella con amabilidad. Hugh estaba algo confundido y ansioso. Desde que Támara se marchó d
Último capítulo