Sabiendo demasiado.
—¿Qué intentas hacer? —bufo apenas audible, apartando mis manos todavía llenas de documentos.
—¿A qué te refieres? —pregunta Marcos, incrédulo, como si no entendiera nada.
—No te hagas el tonto, Marcos. ¿Crees que no me di cuenta? —susurro, esta vez dejando escapar más dureza.
Él solo niega con los brazos cruzados, inmóvil. Finalmente cedo y regreso al trabajo.
—Sam, me voy. Cuando pueda… dile a Miranda… —se despide sin siquiera mirarme.
—Yo lo aviso, primero debo ver a Esther —responde Sam.
La oficina queda en silencio. Solo el zumbido de la impresora y el tecleo constante rompen la quietud.
De pronto mi móvil estalla en un sonido estridente que se adueña del ambiente.
—¿Sí?… ¿cómo?… ¡Oh, lo siento, es terrible!… okey —cuelgo con la voz temblorosa.
—¿Qué pasó? —pregunta Sam asomando los ojos trás su ordenador.
—Es Drake. Dice que su abuelo tuvo un accidente… Aunque en realidad parece más un asesinato —explico, fingiendo aflicción mientras oculto la extraña chispa de emoción que me at