Oscuridad.
El taxista sigue mis instrucciones, avanzamos por lo más angosto del bosque y nos adentramos cerca de un claro.
—Mmm, señorita¿está segura?—tartamudea cuando se estaciona en medio de la nada .
—¡Oh sí!...no sé preocupe...por favor espéreme,no tardo.
—Sí,sí,claro,aquí estaré —balbucea mirando a los lados ,con los árboles de acompañantes y el silencio de escudo.
Me abro paso entre las malezas y las hojas secas y vislumbro a lo lejos unas cabañas .
Las personas me dan la bienvenida con un calor muy especial,limpio mis ojos con el borde de mi vestido y camino sin sentido dentro de la aldea.
—Cariño...¡Oh no!...¿qué pasó?—averigua una voz anciana,melosa y muy preocupada, buscándome entre la multitud, cómo si hubiera sentido mi presencia,mi presencia inestable y rota
—Señora...necesito su ayuda por favor
—Lo sé cariño ven conmigo.
La anciana qué llevó a cabo mi transformación y el entierro de Eduard Hill me toma por la mano ,vamos hasta una casa pequeña, confortable,con un delicioso aroma