Capitulo Veinticinco

Caigo, me hundo y me elevo cuando tu boca me devora. Me sumerjo en las profundidades y me pierdo en tu laberinto cuando tus manos me recorren. Acepto tu condena y bajo la cabeza agradecida si tu voz pronuncia mi nombre.

Isabella

Su grito y el mío se mezclan en el aire y se funden en uno solo cuando juntos caemos desde la cima más alta. Pronuncia mi nombre con dolor, yo jadeo el suyo con pasión mientras siento cómo me llena con su lujuria, hundo los dedos en la piel de sus hombros, él cierra los ojos con fuerza y me embiste con su furia descargando hasta la última gota de semen dentro de mí.

Todo queda en silencio, el ambiente se carga con el aroma de nuestros cuerpos: sexo y sudor, una mezcla embriagadora que me hace consciente de la realidad, pero que acepto porque no tengo la fuerza para continuar negándome que esto es lo que deseo.

Continuar negándome que es aquí donde quiero estar.

Tiernos besos me sacan de mis pensamientos. Alexander se tumba a mi lado manteniendo su boca pegada
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