Mi mundo se desmorona de nuevo, pero no tengo tiempo para lamerme la herida.
Isabella
Respiro hondo llenando mis pulmones. Controlo cada respiración, mi mente empieza a tener orden de nuevo, el caos se tranquiliza y aunque nada ha cambiado, al menos mis pensamientos se enfrían y me permiten analizar la situación con calma. Le robé cinco años, pero eso no le da derecho de usar a mi hijo en mi contra, no puede ser tan miserable de chantajearme con él.
—¿Te sientes mejor? —Asiento con la cabeza, aunque mi corazón sigue latiendo muy fuerte—. Bien, entonces dime que fue lo que sucedió, ¿Por qué estaban tan alterados? —Fijo la mirada en Rogert, veo la preocupación en su rostro, pero también hay una chispa de reproche, de disgusto.
—Me amenazó con quitarme a mi hijo si no no regreso con él —confieso sin adornos—. Quiere que volvamos a ser lo que fuimos, pero yo ya no puedo. —Mis lágrimas queman a medida que caen.
—¿Te lo pidió antes o después de hacer cosas indebidas dentro del cuarto de un