Siempre queda una pizca de esperanza
Isabella
Mi mundo se contrae, se constriñe y colapsa sobre sí mismo. Rogert tiene razón, el mundo entero tiene razón, ¿pero qué otra cosa puedo hacer? Fernando se merece una gota de felicidad antes de partir de este mundo. Dejo salir todo el aire contenido en mis pulmones al tiempo que cierro los ojos y dejo caer la cabeza hacia atrás. Las palabras de la doctora vuelven a mi cabeza, no fue mucho lo que logró decir, pero el nombre de su colega y el tratamiento experimental están claros en mi mente.
Tomo mi portátil y empiezo a teclear, busco toda la información necesaria. Es posible que Fernando no tenga que morir, aunque claro, eso no significa que no me casaré con él, ya acepté y aunque no es algo que desee hacer, lo haré de todos modos. Me sumerjo en la búsqueda, leyendo cada informe que aparece sobre los avances en el tratamiento y como ya consiguieron extirpar con éxito el primer tumor cerebral ubicado en el mismo lugar que el de Fer.
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