En la habitacion en ese mismo momento...
Margaret estaba pálida, con las muñecas enrojecidas por las ataduras. Una sirvienta joven entró con una bandeja de desayuno. La mujer dejó el plato sobre la mesa, pero sus ojos se detuvieron en las marcas de las esposas.
—Incorporece para que desayune.
—No tengo hambre.
—Señorita… esta embarazada y delicada—murmuró con compasión, bajando la voz—. Deben dolerle mucho pero no sea tan terca. Si se porta bien el joven la dejará libre.
Margaret aprovechó esa grieta en la armadura de la criada.
—Lo único que quiero es descansar un poco… comer tranquila. Pero asi no puedo. Dante es un masoquista.
—¿Que quiere decir?
—Si pudieras aflojar esto...no voy a escapar. Estoy embarazada… ¿a dónde podría ir? —susurró con un tono convincente, casi tierno.
La sirvienta dudó, mordiéndose el labio.
—No debería… está prohibido. Ademas escuche que el joven recibio al medico. Parece que descubrieron algo en su analisis.
Margaret no puede permitir ser manipulada.
—No s