Madelaine irrumpió en el edificio del Daily News con pasos firmes y decididos. Su porte inflexible y la mirada encendida solo anunciaban una cosa: un inminente dolor de cabeza para David Hamilton. Los empleados que se cruzaban en su camino se apartaban instintivamente, sintiendo la tormenta que se avecinaba.
La secretaria de David advirtió la intempestiva llegada de la joven y se paró de su escritorio de inmediato para detenerla.
— ¡Señorita... señorita no puede pasar! —le gritó interponiéndose en su camino.
Maddie se detuvo y la miró con altivez.
— Señora —la corrigió —. Soy la señora Townsend y le guste o no, voy a ver a su jefe. Así que, apártese ahora mismo de mi camino o la derribaré a usted y a cualquiera que se interponga en mi camino.
La secretaria se quedó impávida ante la declaración de la joven quien, ante la inacción de esta, Maddie le dio un leve empujón sacándola de su camino. Entró a la oficina de Hamilton, abriendo la puerta de manera intempestiva y cerrándola detrás d