Londres, primavera de 1950
Dieciocho años habían pasado desde aquel día en que la vida les cambió para siempre. Chelsea seguía igual de encantadora, con sus jardines en flor y las fachadas elegantes acariciadas por el sol tímido de abril. Pero en el interior de la casa de los Townsend, el tiempo había hecho su trabajo: los niños eran ahora adultos, y la vida los empujaba con fuerza hacia sus propios destinos.
Blake Jr. tenía dieciocho años recién cumplidos y un futuro prometedor esperándolo al otro lado del Atlántico. Harvard lo había aceptado sin reservas: primero en su clase, impecable en modales, feroz en los negocios. Heredero por linaje, por sangre y por voluntad. Su padre no podía estar más orgulloso. Nieto de un Aston, hijo de un Townsend. Lo tenía todo.
Pero Arianna… Arianna era otra historia.
Había heredado la belleza de su madre y la misma inteligencia de su hermano, pero con una dosis inquietante de intuición. Observadora, serena, siempre con una pregunta más de las necesa