—No lo sé, no estoy del todo segura —dije mientras veía a las chicas encogerse de hombros—. Además, como dije, no tengo nada qué ponerme.
—Yo tengo muchos vestidos, alguno debe servirte —añadió Tory mientras Anika asentía—. Nosotras estaremos ahí porque nuestros amos han dado su autorización, así que, es mejor que vayas, no estarás sola y nos divertiremos, ya verás.
—Pero el Alfa no me ha dicho nada —repliqué un poco temerosa de que me echara o se enojara por mi presencia—. ¿Qué pasará si no le gusta mi presencia?
—Pues no lo sabrás si no vas. Tú tranquila —dijo Anika y me tomó de la mano para darme un poco de ánimo—. Vendrán otras manadas, así que no creo que se atreva a echarte. Vamos. Te daremos un vestido, un analgésico y nos iremos a divertir. Aprovecha, no siempre somos invitadas.
—De acuerdo —murmuré y dejé que ambas mujeres me arrastraran a la habitación de Tory, donde las tres terminamos arreglándonos en un abrir y cerrar de ojos.
Me dieron un analgésico para el dolor y des