Michael fue el primero en moverse, lanzando el cuerpo contra el primer guardia apenas cruzó el umbral. Stefan, más ágil de lo que se le atribuía, se deslizó hacia el extremo del pasillo y tomó el arma del segundo atacante, girándola contra él en un solo movimiento y disparó, el hombre cayó y Stefan disparó al siguiente.

Miró a Michael y le lanzó un arma.

No era una muestra de amistad, pero sin duda una tregua sin palabras, después podrían matarse, por ahora tenían que salir de aquí.

Michael no necesitó armas, ya había desarmado al primer hombre y sus puños eran letales, así que el arma que le dio Stefan se la lanzó a Massimo.

—¡Izquierda! —gritó Michael.

— ¡Dos más por las escaleras! —respondió Stefan.

—¡Cúbreme, viejo! —Michael se lanzó en diagonal.

Massimo no dudó disparando sin fallar a la cabeza de los hombres que aparecían por el pasillo, y así fueron avanzando.

Entonces una alarma sonó y los pasillos se llenaron de hombres.

El caos reinaba, no solo eran