Capítulo 131. El amor maldito no basta
Stefan se sentó en el borde de la cama, sin mirar directamente a Giancarlo.
Sus manos estaban entrelazadas, los nudillos aún rojos e hinchados, pero su voz—esa voz que solía intimidar a cualquiera, salió serena.
—Anoche dormí poco… y la noche anterior, nada. Me devano los sesos porque me siento fuera de control. Y eso no es lo que quiero que aprendas de mí.
Giancarlo lo observó con cautela, sin interrumpir. Stefan prosiguió:
—Victoria se fue. Y no lo hizo para hacernos daño. Se fue porque sintió que quedarse significaba perderse. Y aunque me duele como un hierro ardiente, voy a respetar su decisión.
Giancarlo apretó la mandíbula, visiblemente inconforme.
— ¿Vamos a dejarla ir así, sin buscarla, sin pelear?
Stefan negó con la cabeza, despacio.
—No es rendirme. Nunca lo haré. Pero… voy a hacerlo bien. De manera honorable.
Quiero que, si alguna vez vuelve, sea porque eligió hacerlo. No porque la manipulé. Ya cometí demasiados errores tratando de controlar lo que