Capítulo 118. Ese instante que mata sin disparar
Victoria había esperado toda la noche a que Stefan regresara, pero no lo había hecho, el servicio le indicó que había viajado.
Victoria ardía de rabia, al menos se había enterado que la niña había sido devuelta con sus padres.
Pero no era justificación.
Slashdot no era un secuestrador de niños.
No estaba dispuesta a dejarlo pasar.
En cuanto escuchó la voz de su marido llegar, la rabia subió en ella como la leche hervida.
Pero Stefan no venía de buen humor, por el contrario, su furia era evidente al tratar a sus hombres.
—Quiero que acomoden todo el armamento, necesito hombres, hablaré con Antonio de Cosa Nostra…
— ¿Qué demonios pasa contigo Slashdot? ¿Ahora secuestramos niños?
—Deja ese asunto en paz, aquí no hay ningún niño —espetó Stefan de mala gana y señaló a Borges—. Están las cajas del armamento apiladas en el patio, estamos a plena luz del día, lo que menos necesito en este momento es una redada, que saquen eso de allí.
—De inmediato señor, perdone