Capítulo 12. Nuestra primera noche juntos
Alejandro la miró con una mezcla de deseo sexual y desconcierto, pues aquella mujer tenía la mirada más hermosa que había visto jamás.
Sus ojos grises, su piel trigueña, su cabello liso, negro y largo, y su estatura de alrededor de un metro sesenta formaban una figura esbelta y delicada. Había en ella una ternura capaz de hacer caer rendido a cualquier hombre.
Y para su desgracia, apenas él entró, la vio quitarse el vestido, como si lo hubiera estado esperando. En ese momento, Alejandro sintió que aquella mujer era el pecado convertido en carne.
Kelaya, al ver que alguien abría la puerta, volteó de inmediato, encontrándose con su mirada. Él la observaba con una intensidad tan penetrante que parecía devorarla sin apartar los ojos ni un solo segundo.
Ella, ya embriagada, le regaló una sonrisa coqueta mientras continuaba deslizándose el vestido con lentitud. En su mente, aquello no era real, pues estaba convencida de que soñaba con su hombre ideal, y por nada del mundo quería despertar, s