Julie salió del vestidor con el mono azul marino ajustado a su figura.
Los destellos dorados en los costados le daban un aire sutil de poder,
elegante pero sin esfuerzo.
El cabello suelto, maquillaje suave, tacones firmes.
Era fuerza. Era contención. Era ella.
Sean ya estaba en la sala principal de la suite.
Traje negro, camisa sin corbata, reloj discreto,
y esa mirada que podía volver cualquier entrada una escena principal.
Al verla, se detuvo.
El silencio le bastó.
—Santo cielo… —murmuró—. Si así entra al evento, ¿para qué queremos cortina roja?
Julie sonrió sin mostrarse del todo.
—Ya me convenciste de usar esto, no te emociones pensando que te dejaré elegir mi look mañana.
—Ni falta hace.
Con lo que estás diciendo sin hablar… es suficiente.
Caminaron juntos hacia el ascensor.
***
Mientras tanto, Emily salía de su propia habitación justo en el pasillo contiguo.
Vestido de tubo beige con paneles negros, cabello recogido en una cola alta