El día siguiente amaneció con cielo claro, casi innecesariamente tranquilo.
Julie y Emily caminaron por Westbourne Grove buscando el regalo que, aunque no llevaría una nota, decía más que cualquier palabra.
Entraron a una pequeña tienda italiana especializada en cuero hecho a mano. La luz era suave, las estanterías olían a nuez y tabaco.
—Esto es igual a lo que su padre le compro para su cumpleaños 18, después de pelear con él unos días antes, luego Sean la extravió y aunque trato encontrar una igual, no lo consiguió.—dijo Julie, tocando una billetera de piel negra con costuras en rojo quemado.
—¿Y por qué no? —respondió Emily—. Ademas es masculino, sobrio y tiene carácter. Como él... cuando no arruina las cosas.
Julie sonrió.
Pidió que lo envolvieran con una caja gris mate, cinta negra y una tarjeta simple, sin mensaje.
Después de la compra, caminaron a un café cercano.
Tomaron asiento junto a la ventana, donde el sol parecía no saber que había tensión en el aire.