La cena había terminado.
El restaurante privado donde se había realizado la reunión ya estaba vacío, salvo por la luz tenue de las lámparas y el eco de los últimos pasos.
Julie seguía sentada en su lugar, con la carpeta cerrada, respirando el aire espeso de las decisiones importantes que por fin se habían dicho.
David Waterson apareció desde el fondo.
Sin formalidad.
Sin protocolo.
Sólo con una mirada distinta.
—¿Tienes un minuto?
Julie asintió.
David se sentó frente a ella.
No con postura de jefe, sino con la actitud de quien sabe que alguien está creciendo… y que no es necesario empujarlo más.
—Quiero decirte algo antes de que mañana empiece otra ronda de ajustes y reuniones —dijo—.
Lo que hiciste hoy cambió la forma en que varios de esos inversionistas ven el proyecto.
Pasaron de preguntar por el retorno… a querer entender el impacto emocional.
Julie lo observó sin hablar.
La expresión tranquila, pero no indiferente.
—Cuando te trajimos al