CAPÍTULO 90. Una Premonición con Rostro.
Andrés Baeza se deja caer en el sofá. Desde hace un rato, una angustia sorda le presiona el pecho, una sensación incómoda, como una premonición de algo que está a punto de suceder.
La vibración del móvil sobre la mesa de centro destroza cualquier atisbo de calma. Andrés frunce el ceño. La pantalla ilumina: Número Desconocido. El mal presentimiento se vuelve más fuerte, más afilado.
La duda lo detiene, pero esa ansiedad, la misma que lo lleva presionando toda la tarde, lo obliga a deslizar el dedo y contestar.
—¿Diga? —pregunta con la voz controlada, aunque su pulso ya galopa.
La respuesta es un vacío. Un silencio denso y espeso, solo cortado por el hiss leve de la estática. No hay respiración clara, no hay palabras. Es un silencio que observa y espera.
Andrés se incorpora.
—Hola. ¿Quién habla? —insiste, sintiendo el frío en la nuca. Sabe que no es un error de línea.
Inmediatamente, la imagen de Luciana se le planta en la mente. El presentimiento acaba de encontrar un rostro.
—Si ere