Mundo ficciónIniciar sesiónEn el tribunal.
—Él es Javier Santos. El abogado de la familia—, dijo Andrew.
Evangeline asintió.
Evangeline se sentó junto a Andrew y su abogado frente al juez Cardona.
—Buenos días—, dijo el juez antes de iniciar la sesión.
—Buenos días, su señoría—, respondieron todos al mismo tiempo.
—Me gustaría empezar con el testimonio del señor Ethan Valardi, por favor—, dijo el juez.
—Por supuesto, su señoría—, dijo Ethan, levantándose para comenzar a contar como sucedieron las cosas el día que descubrió la infidelidad.
«HACE DOS SEMANAS»
—3... 2... 1...
La bengala de humo en la mano de Sarah desprendía humo color azul, mientras que la de Ethan era de color negro.
—¿Amor?—, reclamó Sarah confundida—, Te dije que compraras una bengala azul...
Todos en la revelación de sexo estaban igual de sorprendidos.
—¡Tengo algo mejor!—, dijo Ethan en voz alta.
Ethan arrojó la bengala al suelo y luego sacó una hoja de papel de su bolsillo.
—¿Qué es eso?—, preguntó Sarah sonriendo nerviosamente.
Una ola de murmullos invadió el jardín de la mansión.
—Ésto, querida familia, es una prueba de fertilidad—, dijo Ethan con actitud burlona.
Suspiros de asombro y algunas risas se escuchaban desde el público.
—¿De qué hablas?—, preguntó Sarah con lágrimas en sus ojos.
—¡Miren esas lágrimas de cocodrilo!—, espetó Ethan—, ¡Soy infértil! ¡Ese hijo no es mío!—, confesó.
—Ethan...—, Sarah trató de tomar la mano de su esposo, pero él la rechazó de inmediato.
—¿Qué clase de show es éste?—, reclamó el padre de Sarah, Andrew Parker—, ¡A mi hija no la tratas así!
—¡Cállate, viejo alcahuete! ¡Seguro sabías que tú hija me era infiel!
—No te voy a permitir que le hables así—, espetó Andrew mientras ayudaba a su hija, con 8 meses de embarazo, a sentarse, con ayuda de su esposa.
—Soy yo el que no va a permitir que me sigan viendo la cara de pendejo—, dijo Ethan, comenzando a perder el control—, Voy a activar la cláusula del contrato nupcial y los voy a demandar por todo lo que tienen. Los voy a dejar en la calle y sin un centavo.
—¡Fuera de mi casa!—, ordenó Andrew señalando con su brazo.
—Claro que me voy a ir. No quiero estar un minuto más en ésta mansión llena de víboras y traidores.
—¡Vete!—, gritó Andrew con cólera.
Sarah comenzaba a respirar más rápido y su frente sudaba mucho. Ella estaba muy cercana al día del parto.
—Me iré. Pero nos veremos de nuevo en la corte—, dijo Ethan.
Ethan tuvo la intención de irse, pero no sin antes voltear hacia Sarah por última vez.
—Ya entiendo por qué esperaste tanto tiempo para hacer la revelación de sexo—, dijo Ethan con indignación.
Sarah apretaba sus dientes con fuerza y los gestos de dolor se apoderaban de su rostro, mientras las venas de su frente brotaban de forma alarmante.
Un líquido extraño comenzó a bajar por sus piernas.
—¿Qué es eso?—, preguntó Andrew impactado.
—Rompió fuente—, dijo la madre de Sarah—, ¡Una ambulancia!
Evany, una hermosa morena de ojos verdes y elegante vestido negro, se acercó a Ethan y lo tomó del brazo.
—Será mejor que nos vayamos ahora mismo—, dijo Evany.
Ellos salieron de la mansión en medio del alboroto y la llegada urgente de una ambulancia.
(FIN DEL RECUERDO)
—Muchas gracias, señor Valardi—, dijo el juez.
—De nada—, Ethan, tomó asiento nuevamente.
—Quiero pedir disculpas por el tiempo que ha tardado el caso. Hay un contrato prenupcial de por medio y eso hace que el divorcio sea más complicado.
—No hay nada de complicado, su señoría—, Ethan se levantó—, Ésa mujerzuela me fue infiel y tuvo un hijo de otro hombre.
—¡No puede hablarle así a mi cliente!—, reclamó Javier Santos.
—Orden en la sala—, exigió el juez—, He revisado la prueba de fertilidad del señor Valardi. Incluso ordené que se repitiera, y en ambas obtuvimos el mismo resultado. Ethan no puede tener hijos.
—Objeción, señoría—, dijo Javier—, Puede ser una falsificación.
—Denegada—, respondió el juez—, Las pruebas se hicieron en el laboratorio más respetado y confiable de la ciudad.
—Aquí la única que no es confiable, es Sarah—, dijo Ethan atacando nuevamente—, Que diga quien es el padre de ese bastardo y no ahorramos todo ésto.
—¡El padre de mi hijo es Ethan Valardi!—, exclamó Evangeline—, No he sido infiel.
—¡Por favor! ¡Ten un poco de vergüenza!—, exigió Ethan.
—¡Orden!—, gritó el juez—, Quiero acelerar el proceso. Abogados, por favor hagan que sus clientes guarden silencio.
—Si, señor juez.
—Por supuesto, su señoría.
—Estuve revisando el contrato y la cláusula número 2 es muy clara. «En caso de infidelidad de cualquiera de las partes. El matrimonio se terminará de inmediato, y la parte afectada podrá quedarse con el 100% de todos los bienes de la pareja»
—Es correcto—, dijo Ethan, orgulloso.
—Teniendo en cuenta, que el 90% de la empresa Vastron H forma parte del patrimonio de la señorita Sarah Parker en forma de herencia familiar, este tribunal declara el patrimonio de la familia Parker como parte de los bienes de la pareja.
—Eso es estúpido—, reclamó Andrew—, No pueden declarar mi empresa como propiedad de una pareja. Ese imbécil no va a quedarse con mi empresa... ¡Sobre mi cadáver!
—Si vuelve a interrumpir lo sacaré de la sala—, amenazó el juez—, Esa pareja estaba conformada por la heredera de su fortuna. Debió pensarlo mejor cuando dejó que su yerno invirtiera millones en su empresa.
—¡Me importa un carajo lo que deba o no deba pensar! —estalló Andrew, poniéndose de pie de un salto mientras golpeaba la mesa de madera pulida—. Ese dinero es mío, fruto de décadas de trabajo, no de un advenedizo que entró a mi familia con una mano delante y otra detrás. ¡Es mi nombre el que está en la fachada, no el de este oportunista!
El juez, cuya expresión se tornó gélida, golpeó el mazo con una fuerza que resonó en cada rincón de la sala.
—Señor Parker, siéntese inmediatamente. No toleraré ni un desplante más en este tribunal.
—¡No me voy a sentar! —rugió Andrew, ignorando los intentos desesperados de su abogado por tirar de su manga—. Es un robo a mano armada amparado por una ley ridícula. No voy a permitir que me despojen de mi imperio por un tecnicismo contractual. ¡Usted no sabe lo que es construir algo desde la nada! ¡Es injusto!
—Oficiales —sentenció el juez con voz calmada pero implacable—, retiren al señor Parker de la sala de inmediato. Continuaremos la lectura del fallo sin su presencia por desacato y conducta impropia.
Dos oficiales de seguridad se acercaron a Andrew, quien forcejeó brevemente cuando sintió las manos sobre sus hombros. Su rostro estaba congestionado por la rabia, las venas de su cuello marcadas por la tensión.
—¡Sueltenme! ¡Esto es una farsa! —gritaba mientras era arrastrado hacia las puertas dobles del fondo—. ¡Sarah, diles algo! ¡Ethan, juro que te arrepentirás de esto! ¡Esa empresa es mía! ¡Mía!
El eco de sus gritos se desvaneció conforme las puertas se cerraron tras él, dejando un silencio sepulcral en la sala, solo interrumpido por el leve ajuste de las gafas del juez, quien retomó sus documentos como si nada hubiera ocurrido.
—Objeción, señoría—, dijo Javier—, Si bien no podemos probar la inocencia de mi cliente por una prueba de fertilidad. Tampoco podemos comprobar que sea culpable. No sabemos el nombre del padre del niño. Así que es imposible determinar que no sea parte de una violación.
Todos miraron a Evangeline con expectativa y conteniendo el aliento.







