POV ADRIK ROMANOV
Pocas cosas en la vida lograban sorprenderme. Y, sin embargo, ella lo había logrado.
Su caminata al altar fue un espectáculo digno de contemplar. Cada paso que daba, cada movimiento, la convertía en una visión imposible de ignorar. Un diamante de pie a cabeza. Jodidamente hermosa. En ese momento, supe que la decisión de mi primo al no aceptar mi propuesta había sido acertada.
No se podía destruir un diamante como ella.
Qué bueno que había caído en manos de Alek y no en las de Akin o en las mías. Porque nosotros sí la hubiéramos destruido, no por crueldad gratuita, no por mero placer, sino porque era nuestra naturaleza.
A mi alrededor, el lugar estaba repleto. Demasiadas personas. Demasiadas miradas. Y lo peor de todo, la gran mayoría eran enemigos hasta hace apenas unos meses. Podía sentir su hostilidad contenida bajo sonrisas falsas y brindis hipócritas.
No bajé la guardia. Nunca lo hacía. Si alguien intentaba algo, si un solo movimiento en falso ocurría, cada perso