De regreso al cubil, Milia recibió a su hermano con la noticia de que su tío y primos habían arribado. Alexis masculló no sé qué de un asunto que tenía que atender y fue a encerrarse en su despacho.
Sofía se encaminó a la cocina, desde donde provenían los chillidos y lamentos de Shadow. Sí, negaba a llamarlo “ perro”, en su fuero interno estaba convencida de que Shadow era un nombre mucho más apropiado para el lobito.
Al llegar a la cocina se paralizó.
Yura y su hijo estaban en ella, acorralando al pobre cachorro.
—No tiene madera de asesino.- masculló Yura, golpeando la cabeza del animalito con un periódico enrollado y haciéndolo chillar de dolor.
—No comprendo qué hace esa perra italiana con este animal.- protestó Oleksander.
Sofía se indignó.
—El cachorro de lobo es propiedad del Don. Les aconsejaría que se detengan.- masculló ella.
Los hombres se giraron a mirarla y ella palideció.
Desde que los tuvo de frente, fue capaz de notar las secuelas de la explosión a la habían sobrevivid