Estaba observando cómo Natalia alimentaba a Thomi. Ella estaba molesta porque la había secuestrado, pero pronto entendería que todo lo que hago lo hago por nuestro amor.
—Me amas, Nat, lo sé. — Le dije mientras ella desviaba la mirada, concentrada en nuestro hijo.
—Te odio. — Respondió con firmeza, aunque sus ojos delataban una mezcla de emociones.
—Pronto entenderás que todo esto lo hago por nosotros. — Me acerqué a ella, acariciando su rostro con ternura. — Todo lo que hago, lo hago por nuestro amor.
—¿Nuestro amor? — Suspiró, claramente agotada. — Esto no es amor, Adrián.
—Lo es, Nat. Solo necesitas recordarlo. — Me incliné y besé su frente, esperando que algún día ella volviera a sentir lo mismo.
Cuando el bebé se durmió nuevamente, lo colocamos en su cuna. Me encargué de vestir a Natalia al menos con su ropa interior y una bata. No confiaba en dejarla desnuda mientras tenía que salir.
—¿A dónde irás, Adrián? —preguntó ella, su voz cargada de desconfianza y curiosid