Dalia había sido cazada y mordida por los perros y estaba muy asustada.
Al ver a varios perros vigilando la puerta, no se atrevió a acercarse, y sólo pudo aparcar lejos y sentarse en el coche.
Sacó el celular y llamó a su hermano Thiago.
Thiago no contestó y al cabo de varios minutos le devolvió la llamada.
—Thiago, ¿dónde estás? ¿Todavía me consideras como tu hermana? ¿Por qué no contestas a mis llamadas?
—Sólo sabes complacer a esa ciega, sí, ahora es rica y poderosa, sólo tienes que hacerla contenta.
Thiago recibió un fuerte regaño de Dalia antes de que pudiera decir una palabra.
—Dalia, estoy en el trabajo y no puedo contestar al teléfono. Ahora estoy hablando contigo en el servicio.
Explicó Thiago con impotencia.
Ya fuera por teléfono o en persona, Dalia y Thiago siempre se discutían, y Dalia le regañaba cada vez.
—¿Trabajas? ¿Dónde trabajas? Qué irónico, le diste a Isabela toda la fortuna familiar que te dejaron papá y mamá y ella lo acaparó todo. Además, eres el único hijo de la