Mirando a la villa cercana, Dalia tenía miedo de dar un paso adelante.
Su rencor hacia Isabela se profundizaba.
Al pensar que sus padres habían transferido todos sus bienes a Thiago, que aún estaba en la universidad, y que se lo habían dejado todo a Isabela, Dalia también sintió odio a sus padres.
—¡Un día haré que os arrodilléis delante de mí y me lamáis los zapatos!
Dalia maldijo con maldad, pero no se atrevió a acercarse. Dio la vuelta y se marchó.
Fue a Primavera en Flor e Isabela tampoco estaba.
Preguntó a las dos dependientas, pero se negaron a contestar.
Dalia tenía muchas ganas de destrozar la florería, pero no se atrevió a hacerlo.
Si lo hacía por impulso, tendría que volver a la cárcel.
Isabela no tendría piedad de ella.
—¡Maldita ciega, tienes que estar en la Villa de la Avena!
Tras salir de la florería, Dalia se dirigió directamente a la Villa de la Avena.
Sabía que la familia York no iba a castigar a Isabela por el escándalo montado por ella, pero Dalia tenía que hacerlo p