Valentín, al igual que todos los entrenadores, entendían que Alejandro usaba una estratagema para que la situación no pareciera tan fea.
Pero pasara lo que pasara, Alejandro ganó.
Ismael no perdió a propósito, Alejandro realmente le ganó.
Alejandro extendió la mano y dio una palmada en el hombro de Ismael, diciendo cortésmente: —Ismael, muchas gracias.
Ismael se rió: —Eres tú quien ha encontrado mi debilidad. Eres el ganador.
Alejandro le dio las gracias humildemente.
La charla de los dos hombres hizo que la silenciosa multitud reaccionara a lo que estaba sucediendo.
—¡Ahhhhh!
Vicente se levantó de un salto y, emocionado, le dio palmadas en el hombro a Quiana, gritando: —¡Quiana, hemos ganado! ¡Alejandro ha triunfado! ¡Ganamos! ¡El dinero es nuestro! Jajaja!
Los otros alumnos miraron al unísono al emocionado Vicente, escuchando sus gritos de felicidad y lanzándole miradas de envidia y celos.
Quiana también se quedó helada.
Sabía que Alejandro sabía boxear, y Alejandro lo había admitido