Zachary no necesitaba la ayuda de Liberty, pero ella no quería estar sin hacer nada y se quedó en la cocina para ayudar.
Abuela May cogió la mano de Serenity y la mimó.
Abuela May preguntó: —Ese maestro es impresionante. Ya te he dicho que no es un consuelo. Ves, es verdad.
Serenity sonrió: —Sí, sí, sí, es un verdadero maestro, muy poderoso.
—Es verdad, si no es así, yo no creo en él.
Abuela May dijo: —En realidad creo en el destino, creo que hay que dejarlo todo al azar, y si haces todo lo posible y no puedes arreglar las cosas, debes racionalmente renunciarlo.
—No hemos hecho nada en contra de la moral, y eres una buena chica, Dios no dejará que no tengas hijos. A partir de ahora, puedes tener un buen feto tranquilamente, y no tienes que presionarte demasiado.
—Puedes seguir haciendo lo que puedas. No te voy a pedir que te quedes en casa amamantando a tu bebé sin hacer nada, pero lo más importante es que estés de buen humor.
—Si no haces nada, te aburrirás y tu humor se verá afectado