—¡Piiii!, ¡piiii!
Oyó el pito de coche e Isabela se puso en pie atropelladamente, sin saber qué dirección tomar por un momento.
Probablemente era casi la hora de terminar la escuela y los pitos de los coches sonaban sin parar.
Isabela se dirigió al azar hacia la derecha.
Pero el pito sonó de nuevo.
¿Se había equivocado de camino?
Dudó un poco y se dio la vuelta para regresar.
Callum no tuvo más remedio que salir del coche. Se acercó a ella a grandes zancadas, alargó la mano y agarró a Isabela por la muñeca. Instintivamente, Isabela forcejeó, pero se detuvo al oler la colonia de Callum.
Callum la empujó directamente a su coche, recogiendo también los regalos del suelo así como el bastón y metiéndolos todos en el coche y colocándolos al lado de Isabela.
—Riiin, riiin...
El móvil de Callum sonó.
Condujo primero el coche a un lado de la carretera para no estorbar a los padres que venían a recoger a sus hijos a la escuela.
Después de aparcar el coche, contestó a la llamada de Serenity.
—Ser