El sonido de los tacones golpeó el suelo de mármol como el redoble de un tambor. Lento. Deliberado.
Todas las cabezas se volvieron hacia la puerta.
Vivienne Carter parecía como si fuera dueña de la noche.
Llevaba un vestido carmesí profundo que se pegaba como fuego líquido, su cabello negro recogido en un moño brillante. Un colgante de diamantes atrapó la luz de la lámpara y la envió a través de la habitación. Ella no se apresuró. Dejó que el silencio se prolongara hasta que se sintió como una respiración contenida.
“Disculpas por la demora”, dijo, con voz suave como la crema. "Tuve que cambiarme. El aire de la ciudad es espantoso esta noche. "
Sus ojos se posaron en Aria, agudos y brillantes. "Hermana. Qué sorpresa verte tan pronto después de la boda. Pensé que la vida matrimonial también te mantendría... ocupada. "
Algunos familiares se rieron nerviosamente.
Aria dejó su cuchara con cuidado. "Hola, Vivienne. Te ves... preparada para una audiencia. "
La sonrisa de Vivienne se