El sol de la mañana se filtraba a través de las altas ventanas de la habitación de la última novia, pintando de dorado las cortinas de seda. El aire olía levemente a rosas, dulce pero empalagoso, un recordatorio de la boda que había tenido lugar la noche anterior. Aria se levantó de la cama, con los ojos abiertos. Por un momento se quedó quieta, escuchando. La casa estaba en silencio, demasiado silenciosa, excepto por los débiles sonidos de los sirvientes moviéndose por los pasillos. Apartó las mantas y se sentó, sus dedos rozando las suaves sábanas. En su vida pasada, ella se había despertado de la misma manera nerviosa, ansiosa, desesperada por complacer. Se había imaginado a Damian cruzando la puerta, tal vez con una palabra amable, tal vez con el más mínimo indicio de afecto.Que Aria había sido una tonta.Esta vez, solo estiró los brazos con calma y se puso de pie, con movimientos pausados.Hubo un suave golpe en la puerta.“Señora Cross”, llamó la voz de una criada. “¿Podemo
Leer más