A Polo se le pusieron los ojos en blanco e intentó volver a levantar a Santiago por sus piernecitas regordetas y tirarlo a un lado.
Pero Lucía fue rápida de reflejos y cogió a su hijo en brazos antes de que pudiera hacer nada.
Polo suspiró, entre los dos había un tercero...
—Venga, ¿te enfadas con tu hijo? —Lucía rodeó al pequeño con el brazo y le sonrió—. ¿Terminas las traducciones para Manolo?
—Bueno, ya está hecho.
—Entonces nosotros...
Polo le enganchó suavemente los labios: —¡Podemos volver a la zona austral y dejar que salga todo!
...
Soledad entró en pánico y huyó del palacio oeste.
—¡Ayuda! ¡Ayuda!
Los gritos resonaron en el gran palacio vacío, pero el palacio occidental estaba custodiado por una multitud de guardias, y la detuvieron hasta la puerta.
—Déjenme salir—Soledad dijo con lágrimas en los ojos—. ¡Les ruego que traigan al médico, y salven a Su Alteza Luna!
—Altez, ella... ¡Se está muriendo!
Los guardias se miraron entre sí, aunque tenían dudas, pero se trataba de un asu