Los ojos de Polo se llenaron con la delicada figura de esta mujercita.
Lucía exclamó con la carita enrojecida por la vergüenza, y dijo con una voz suave de súplica, —¡Cariño, no lo hagas!
Polo tenía los ojos empañados y una mala sonrisa en la cara.
Una pasión como el fuego se extendió por la habitación. La luz de la luna brillaba a través de las ventanas del suelo al techo, iluminando las ropas esparcidas y las figuras de la pareja en la gran cama.
...
Por la mañana, Polo abrió lentamente los ojos y vio que Lucía seguía durmiendo profundamente en sus brazos. No pudo evitar sonreír y besarla ligeramente en los labios.
Sacó el brazo con cuidado, levantó la sábana para salir de la cama, y luego llamó a la recepcionista para que le trajeran el desayuno a la habitación.
Lucía se revolvió perezosamente en la cama, y el vacío a su lado la despertó de inmediato.
—¿Cariño?
Saltó de la cama descalza y lo buscó por toda parte.
En ese momento, Polo entró por el balcón. Ella se estrelló directament