En ese momento, Valentina no estaba interesada en la guarida secreta de Citlali.
La anciana era demasiado mayor, parecía que no podía poner su esperanza en ella.
La miró a los ojos.
De repente, se dio cuenta de que tal vez la anciana la había llevado a propósito a la iglesia en ruinas.
La anciana probablemente había notado algo raro en esos hombres, por eso la llevó a escuchar, para que Valentina se diera cuenta del peligro.
—Gracias.
No sabía qué planeaban esos hombres.
Pero al involucrar a la familia Valenzuela, el asunto definitivamente no sería sencillo.
La anciana le sonrió radiante a Valentina, con un brillo de cariño, como un niño que recibe un elogio.
Valentina sintió un calor en el corazón.
Continuó ayudando a la anciana, siguiendo el camino adelante.
Pero de repente, la anciana se detuvo, mirando a Valentina.
—Citlalita, ya no puedo caminar.
Valentina no sabía qué deber decir. Tras un breve silencio, Valentina apretó los dientes.
—Yo la llevo en la espalda.
Valentina se agach