Charles, entendiendo la intención de Aitana, se adelantó hacia la dirección de la voz femenina, dispuesto a defender el honor de la verdadera señorita Valenzuela. Primero vio la espalda de un hombre y luego a la mujer sentada frente a él. Al levantar la vista hacia él, Charles se quedó momentáneamente estupefacto, capturado por su belleza.
Valentina levantó su taza y sonrió ampliamente.
—¿Me buscabas a mí? —Esa voz, sin duda, era la de la mujer que había «criticado» a la heredera de la familia Valenzuela.
Conteniendo su admiración inicial, Charles dijo.
—Por favor, señorita.
Quizás porque había bebido demasiado rápido, Valentina sintió que el alcohol le subía más a la cabeza. Al intentar levantarse, Alonso la detuvo primero, agarrándola del brazo.
—Valen, estás borracha, te llevo a casa. —Su voz era suave y agradable.
Pero Valentina negó con la cabeza, mirando a Alonso.
—Alguien me ha invitado a tocar el piano.
Si hubiera sido cualquier otra persona, habría preferido mantenerse alejada