¡A correr!

Al estar advertidos por Josefa de lo que supuestamente estaba sucediendo, todos los vecinos más cercanos se acercaron al lugar, y al ver a Blanca y Doña Tilita portando el palo cochinero, pronto empezaron a reclamar, sin tener una verdadera noción de lo que había ocurrido.

— ¡¿Qué le han hecho a la pobre Paty?! ¡Esa muchacha no se mete con nadie!— Exclamó una de las vecinas en tanto se acercaba a quitárselas de las manos junto a Josefa, quien lloraba desconsolada, por su amiga inseparable.

Doña Tilita, indignada al ver que todos le reclamaban sin saber, alzó la voz para aclarar el asunto, pero al contar, nadie le creía, pues no habían visto ningún chico entrar a casa de Paty, nisiquiera la problemática y chismosa, Josefa.

— ¡Ella está mintiendo! ¡Paty no tiene novio! ¡De ser así ya me lo hubiera contado!— Gritó Josefa mientras lloraba intentando despertarla (agitando su cabeza), pero Paty no reaccionaba.

Aireadas y llenas de angustia, las vecinas se avalanzaron contra Blanca y Doña Ti
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