Apenas Andres se asomó a la calle, Bernardo sacó su mano del carro y se aproximó a él muy rápido, para colocarle el dinero nuevamente en sus manos.
— ¡Tenga joven! Mi familia y yo somos gente honrada, no queremos dinero sucio.— Sin darle tiempo de responder, Bernardo le dió la espalda y se marchó a ver como seguía la pobre Paty, en tanto su esposa Rosalba, le contaba a todas las vecinas el lugar donde estaban escondidas Doña Tilita y Blanca, pues no querían ser vinculados con ninguna mala acción.
Al observar esto, Don Cheto se acercó a preguntarle a Andres lo que sucedía.
— ¿Qué le pasa al prepotente Bernardo? ¿Por qué te dió dinero, y de esa forma?
— Ahora no tengo tiempo Cheto, hablamos luego.— Encendió el auto y no tardó en marcharse a toda velocidad, en busca de algún garrafón de agua y algo de comida, para llevarla a su bella, Blanca..
Mientras esto sucedía, en el hospital, ya Paty se había despertado, pero aún seguía bajo los efectos de los medicamentos, que por supuesto le