68. ¿Qué está pasando?
Nuria
Caí de rodillas en el instante exacto en que él salió por la puerta.
El suelo helado me recibió como si quisiera tragarme. Mis manos fueron directo al pecho, intentando contener el dolor absurdo que se extendía por dentro, como una punzada aguda en cada costilla, como si mi corazón hubiera olvidado cómo latir.
No era solo rabia. No era solo tristeza. Era la pérdida de algo que ni siquiera podía nombrar.
Mi loba gritó. Gritó como un alma destrozada. Y yo… yo no entendía.
¿Cómo es que alguien que no era el Elegido de la Diosa podía quebrarme de esta forma?
"Respira...", me susurré a mí misma, pero mi voz salió entrecortada. "No puedes... no puedes...".
Pero ya estaba llorando.
Lágrimas cálidas rodaron por mi rostro mientras doblaba el cuerpo hacia adelante, intentando contener la angustia. Era como si una parte de mí hubiera sido arrancada a la fuerza. Y no era solo por lo que él dijo, era por lo que yo sentía y no podía tener.
Si pudiera elegir… Sería él. Sería Stefanos.
Pero no