167. Sospechosos
Stefanos
El vestíbulo de la mansión estaba en silencio.
Demasiado silencio.
Todos los empleados estaban alineados, uno al lado del otro, como si estuvieran ante un tribunal invisible. Rylan los había reunido con eficiencia. Algunos temblaban. Otros mantenían la cabeza baja, intentando parecer tranquilos. Y en medio de ellos... Johan.
Con los brazos cruzados, los hombros demasiado relajados, esa maldita mirada de desprecio aburrido. Como si todo aquello fuera solo un teatro. Como si no fuera personal.
Pero lo era.
Observé cada rostro con una sed de venganza que jamás había sentido. Necesitaba descubrir quién había estado allí. Quién facilitó la entrada. Quién se atrevió a cruzar la línea.
Necesitaba un rostro.
Un nombre.
Cualquier cosa que ahogara la furia de mi lobo o esa casa se vendría abajo.
Y entonces, empecé a bajar los escalones.
Mis pasos resonaban como martillazos, uno por uno, hundiéndose en el mármol con el peso de la furia que llevaba. Cada escalón era un aviso. Cada mirada