117. ¿Qué pasó de verdad?
Nuria
Me desperté con algo caliente alrededor de mi cintura. Fuerte. Firme. Casi posesivo.
Stefanos.
Sus brazos me envolvían como rejas, como si, incluso durmiendo, intentara mantenerme segura dentro de un capullo hecho de fuerza y calor. Su pecho presionaba mi espalda, y su respiración rozaba la curva de mi cuello, irregular, pesada.
Giró el rostro despacio y vi lo que no esperaba.
Incluso durmiendo… parecía exhausto.
Sus hombros estaban tensos, como si cargaran un fardo invisible. La mandíbula apretada, el maxilar pulsando. La expresión no era serena. Era cerrada. Tensa. Lista para la guerra.
Toqué ligeramente su rostro con la punta de los dedos, queriendo acariciar. Calmar. Disolver esa tensión que parecía pegada a su piel.
Él abrió los ojos.
Y lo que vi allí me hizo contener la respiración.
Gris plomo.
Nada del brillo sarcástico. Ningún rastro del calor que solía lanzarme cuando despertaba a mi lado.
Solo el peso denso de alguien en estado de alerta constante.
El Alfa furioso esta