116. Alguien va a morir
Stefanos
"Ella no es tuya."
Tres palabras. Simples. Crueles. Precisamente lanzadas como flechas, y todas acertaron el mismo blanco: mi instinto.
El papel estaba arrugado entre mis dedos cuando lo llevé a mi rostro. Cerré los ojos y aspiré profundamente.
Tinta. Papel antiguo. Un toque de óxido. Y… algo más. El olor de un lobo. Masculino. Calculado. Familiar, pero diluido. Alguien que tuvo acceso. Que entró aquí.
En mi casa.
Mi mandíbula se tensó, el maxilar pulsando con el esfuerzo de no romper algo.
Salí de la habitación sin hacer ruido. No quería que Nuria se despertara. Todavía no. Ella merecía paz. Y yo... yo merecía sangre.
Caminé por el pasillo en pasos silenciosos, olfateando el aire con atención. Cada célula de mi cuerpo estaba en alerta. Mi piel hormigueaba. Mi visión se ajustaba a la oscuridad. Mis oídos captaban hasta el sonido de las paredes respirando.
El billete todavía estaba conmigo, y lo giré entre mis dedos una vez más, intentando identificar cada rasgo. La caligrafía